El cine de Lucrecia Martel


La decisión, muy acertada, de incluir las pelÃculas de la directora argentina (salteña, concretamente) en festivales LGTB nos anima a hablar sobre Lucrecia Martel, no sólo por la trama lésbica de sus cintas – que no es central – sino por su calidad. Lucrecia Martel (Salta, 1966), debutó y triunfó con “La ciénaga†y captó la atención de Almodóvar, que le produjo su segundo largometraje (“La niña santaâ€). Su tercer trabajo “La mujer sin cabezaâ€, ha sido estrenado en España a finales del año pasado con el tÃtulo de “La mujer rubia†(glups).
Nos gusta de Martel su manera de contar sin contar, de sugerir, de girar sobre lo mismo hasta agobiar, sus silencios, su temática (la religión, el tabú, el racismo, el clasismo, la decadencia, el conflicto generacional, la hipocresÃa) y la capacidad para acertar de pleno con los castings, que son más numerosos que los de Gran Hermano.
La ciénaga (2001)
Una atmósfera opresiva, no sólo por el clima, de un agobiante calor nublado, sino por el espacio en el que trascurre la mayor parte de la acción: una finca de veraneo en decadencia de una familia bien venida a menos, a la que acude la familia extensa y los amigos para pasar algunos dÃas alrededor de una piscina putrefacta que conoció tiempos mejores, como la familia dueña de la finca.
Todo gira en torno a la matrona (la magnÃfica Graciela Borges) que se pasa toda la pelÃcula borracha y gritando, tan putrefacta ella como la piscina, encamada en sábanas perpetuamente arrugadas y rodeada siempre de gente, obsesionada con el robo de toallas por parte de la criada (“esa china carnavaleraâ€). Pero la famosa china, no le roba las toallas, sino las primeras experiencias sexuales de una de sus hijas (y no las primeras de su guapÃsimo hijo mayor, que se pasa media pelÃcula en calzoncillos).
En la televisión, constantemente dan la noticia de la aparición de la Virgen en un depósito de agua sobre un tejado. La tragedia se palpa desde el principio, y en este caso es el más inocente el que paga el pato. Oso de Plata a la mejor Opera Prima en BerlÃn.
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La niña santa (2004)
“La niña santa†es quizá el reverso de “La ciénagaâ€: ahora los inocentes son los adultos, y las niñas las depravadas. De nuevo un ambiente opresivo: un hotel-balneario en el que se celebra un congreso de medicina. Y esos espacios semipúblicos como en “La ciénaga†en los que nunca está uno libre de ser interrumpido por alguien, en los que no hay sitio para el secreto. El homoerotismo femenino está de nuevo presente en toda la cinta. Amalia y Josefina desean ser llamadas por Dios, y se agarran a lo que sea (literalmente) para conseguir la esperada señal.
Imagino el deleite - y quizá la mano - de Pedro Almodóvar en la escena de baile (nada más y nada menos que “Cara de Gitana†de Daniel Magal) o en la obsesión de la estupenda Mercedes Morán, que interpreta a la madre de Amalia, por los ruidos en su oÃdo.
A destacar el trabajo de Carlos Belloso, cuya sola presencia es capaz de sugerir un oscuro mundo de deseos ocultos, y la mirada turbia de la adolescente, interpretada por MarÃa Alché.
“La niña santa” es una maravilla, con ese lesbianismo sofocado y ese ambiente hipócrita y vetusto. Lastima que aqui se estrenen de refilón. ¿Cuando veremos su último trabajo “La mujer sin cabeza” o “La mujer rubia”?
Bueno, me temo que “La mujer rubia” ya se ha estrenado y desaparecido casi a la vez