Henos aquà con una de Perez-Reverte. No es que el escritor cartagenero sea homófobo, al menos no conscientemente homófobo, o al menos no tan homófobo como algunos piensan que es. Me consta, puesto que lo sigo con cierta asiduidad, que no solo presume de amigos homosexuales (¡tate!) sino que los describe con sumo respeto y cuidado. No se ya si por amigos (y cuando Perez Reverte tiene un amigo, según parece, es para toda la vida) o por homosexuales, aunque me da en la nariz que es más por lo primero que por lo segundo. Sin embargo, no es mi pretensión hacer un juicio de valor sobre lo que ha expresado o ha dejado de expresar Perez Reverte sobre la homosexualidad, primero porque no es el caso y segundo que en una sociedad como la que estamos él es libre de expresar sus ideas, y, siguiendo el adagio de Falla, el resto es muy libre de respetarlas o no, siempre que se respete a la persona.
Su último artÃculo (que ahora está con su tole-tole del Dos de Mayo) es un ejemplo claro de:
a) porque a veces hablar de manera polÃticamente correcta (o simplemente correcta) es una ventaja
b) Porque la homofobia te la encuentras cuando menos te lo esperas
c) ¡cuanto necesitamos un área de estudios LGTB en todos los aspectos!
Al lÃo pues.
A Perez Reverte se le enciende la llamita del orgullo patrio cuando ve a ocho recios muchachos montar un cañón con cureña. La cosa de este asunto se concentra en un sólo párrafo que, planteado como pintoresco lugar común lleva un prejuicio con él. A ver si localizais el prejuicio en menos de cinco segundos:
“Eran chicos duros, obreros madrileños hechos al trabajo manual, serio, de verdad. Tan parecidos a un metrosexual de mantequita suave como un cisne maricón a un pato de infanterÃa”
Zas, en toda la boca, cisne maricón. Lo más gracioso del asunto es que si quitas el adjetivo maricón del sustantivo cisne, la frase “como un cisne a un pato de infanterÃa” (¿los de infanterÃa? ¿que son todos machotes?) se queda igual de bién y no ofende a nadie. Porque, claro, el cisne maricón da su verdadera lectura al metrosexual de mantequita, acabáramos. Todo eso se refuerza con el siguiente párrafo, más abajo.
“Y viéndolos esforzarse una y otra vez, apretados los dientes, dejándose allà los riñones hasta que lograron su objetivo, algo fanfarrones, tenaces, recios y masculinos como lo fueron siempre los tÃos de toda la vida “(con dos cojones, añado que se le ha olvidado añadir)
Hala, ya tenemos la clase de Conjuntos de Segundo de Educación General Básica. A ver por un lado “cisne, maricón, metrosexual, mantequita” y por otro lado “serio, duro, fanfarron, tenaz, recio, masculino”. Ponganse a pensar en palabras que podrÃan ir en cada uno de los dos conjuntos y seguro que se nos ocurren conceptos positivos para los dos, pero también que se nos ocurren más conceptos negativos para el conjunto de cisne que para el conjunto de fanfarron, porque, claro, todos los conceptos positivos del artÃculo están asociados con el recio, viril, masculino grupo de estética republicojoseantoniana (que recia, viril y esforzada homofobia hay en todos sitios).
Lo más gracioso de todo esto es que si tuviera a mano alguna referencia LGTB del Dos de Mayo, bien le podrÃa destrozarle la analogÃa a Perez Reverte, pero hasta donde me consta, mayormente por él, se que putas, chulos, chulapos, presos convictos, amas de casa, sirvientas, verduleras y gente del pueblo en general participaron en la revuelta del Dos de Mayo, pero no me consta ningún caso especÃfico de homosexual -armarizado o no- que estuviera en el asunto, de parte del esforzado, recio y viril pueblo claro, porque seguro que entre los franchutes habÃa maricones a patadas. Puedo pensar que incluso algún cisne maricón participó, por aquello de la lógica demográfica, pero la estampa se nos ha escapado por los vericuetos de la Historia.
Eso si, puedo ponerle ejemplos tan dignos como el del dos de Mayo donde cisnes maricones le dieron para las plumas a patos de infanterÃa. Stonewall, por ejemplo. Sin embargo, la ironÃa de todo este asunto es que me juego que cuando la muchachada del cañón saliera de marcha, harÃa casi como la Ãnclita Rebeca, no la de Winter, sino la otra y se peinan su pelo y si no se pintan su cara seguro que se echan algun afeite al cutis, vamos, un mantequitas y, por ley de Kinsey, un 0′8 de ese grupo seguro que es un maricón, cisne no se, pero seguro que maricón.
La ironÃa más irónica es que ese 0′8 de pato de infanterÃa maricón es, generalmente, de los que toman. Dejándose allà los riñones, algo fanfarrones, tenaces y recios, mordiendo la almohada mientras un cisne maricón le echa el aliento al cuello. Todo muy viril
Odysseus the Ithacan