viernes, mayo 16, 2025
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El extraño caso del ex concejal De Santos

Contra naturaEn el mes de marzo se conocía la truculenta historia de Javier Rodrigo de Santos, ex concejal mallorquín de urbanismo que gastó más de 50.000 euros del erario público en prostitución masculina. Católico, de mentalidad ultraconservadora, casado con una buena dama de su misma cuerda y padre feliz de 5 hijos, el concejal se negaba a oficiar bodas gays aduciendo principios morales… Este verano volvía a ser noticia porque ingresaba en la cárcel al ser acusado de abusar de dos menores.

No lo puedo evitar, me fascina el caso de De Santos, una especie de Dr. Jekyll que por el día lleva en procesión el paso de la Virgen junto al obispo de Mallorca, y por la noche se convierte en un Hyde subyugado por la prostitución masculina. Me pregunto, no sin cierto morbo, si al llegar a casa, después de una de esas noches de sexo torrencial con algún macho de instintos, el concejal se atrevería a mirar a los ojos a su esposa de buena familia; si le dolerían sus rígidos principios morales mientras disfrutaba de los besos experimentados de los chaperos; si sentiría el dolor de la culpa mientras robaba el dinero de los contribuyentes, él que fue educado en el rigorismo católico de los Legionarios de Cristo.

El caso es fascinante, porque, al margen de la malversación de fondos públicos, que merecería otras reflexiones, en las escaramuzas nocturnas de nuestro ex concejal se constata una rotunda victoria de la Naturaleza sobre la Moral, del sexo sobre la castidad, del deseo sobre los prejuicios. Es evidente que De Santos, pese a haber sido educado en un entorno moralmente opresor, homófobo y castrante, no ha podido poner diques a un mar tan embravecido como el de su propia homosexualidad, que ha salido como por una válvula a presión en forma de correrías nocturnas, droga, sexo y desmesura, pecados mortales en el imperio de la burguesía conservadora al que él pertenece por derecho propio.

Pensemos por un instante cuánto daño le ha hecho a De Santos su rígida educación, cuánto daño están haciendo a la sociedad los que educan en la homofobia y en el rechazo a la propia sexualidad, los mismos principios en los que se educó De Santos y que le llevaron a practicar la homosexualidad clandestina y de pago. ¿Cuántos hombres atados a su moral se verán obligados a llevar una doble vida así? ¿Puede no doler tanta hipocresía? ¿Se puede alguien imaginar el calvario que ha tenido que vivir el ex concejal mallorquín? ¿Cómo habría sido su vida si hubiese vivido su homosexualidad con naturalidad? Probablemente hayan sido años tormentosos para él, y no sólo por el linchamiento mediático que vino tras conocerse el escándalo, sino por verse obligado a vivir durante tanto tiempo una imposible doble vida, obligado a satisfacer sus instintos más primarios en sórdidos prostíbulos para hombres – él que iba para ministro -, mientras su esposa y sus hijos le esperaban en su casa de tonos pastel como se espera al buen padre que sale muy tarde de la oficina. ¿Cuánto daño le hicieron quienes le educaron así? ¿Cuánto daño siguen haciendo a otros como él?

Felizmente hubo una explicación lógica para tanta ignominia: tras el escándalo, el concejal mandaba un sms a sus más allegados: “No era yo, era la droga�, seis minúsculas palabras que matizan la deshonra de una persona hasta el punto de convertirla en debilidad… tan humana. Y es que en el mundo higienizado y conservador de los bienpensantes siempre hay una causa ajena al grupo para explicar la desvergüenza.

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