
¿Somos todos homosexuales? ¿El homosexual nace o se hace? Mientras la propaganda homosexual que se trasmite desde los medios de comunicación insiste en que la homosexualidad es una condición normal y que el estilo de vida gay es algo hermoso, un psicólogo holandés desenmascara la mentira y abre la puerta a la esperanza: la homosexualidad no tiene fundamento genético (…) radica en una problemática psÃquica que puede ser curada.
Me quedé helado. HabÃa acudido a la Biblioteca de Retiro, una de las bibliotecas públicas de la Comunidad de Madrid, a buscar el libro “De Sodoma a Chueca» de Alberto Mira. No recordaba el tÃtulo en ese momento y en el ordenador destinado a la búsqueda de libros tecleé la palabra “homosexual». Allà me di de bruces con “Homosexualidad y esperanza: terapia y curación en la experiencia de un psicólogo«, de un tal Van Der Aardweg. En ese momento, olvidé incluso el libro que me habÃa llevado hasta la biblioteca y busqué en la estanterÃa correspondiente, entre indignación e incredulidad, el volumen que habÃa despertado mi curiosidad. ¿Era posible que una biblioteca pública, gestionada con el dinero de todos los madrileños, incluyera en su catálogo libros que equiparaban la homosexualidad con una enfermedad? SÃ, era posible. El libro, tamaño de bolsillo, asomaba entre otros volúmenes de mayor tamaño. Lo cogà y pude leer en la contraportada el texto con el que he encabezado esta carta.
Hojeé durante unos instantes el libro. En el capÃtulo “La homosexualidad como trastorno psÃquico», el autor afirma que “el homosexual es infeliz, se siente condenado irremediablemente al sufrimiento (…), nunca he visto a un homosexual feliz o sano, es un eterno niño que lucha con el adulto«. El supuesto psicólogo también dedica un capÃtulo al complejo de inferioridad del homosexual, asà como a los orÃgenes y mecanismos del complejo homosexual. A este respecto, asegura que “el drama interior de estos hombres (homosexuales) es que en su niñez o adolescencia no pudieron realmente sentirse parte de la comunidad de los chicos«. Por último, el autor dedica la segunda mitad del libro al “cambio«: “el primer paso en el camino del cambio consiste en salir de la inclinación homosexual (…), el psicoterapeuta aconseja al paciente que suprima sus contactos homosexuales, o que rompa su relación con su compañero homosexual«. El libro concluye con un capÃtulo dedicado a la prevención de la homosexualidad: “a los jóvenes se les tiene que enseñar que los sentimientos homosexuales en la adolescencia son una cuestión referida a un problema de desarrollo emocional, y que la verdadera homosexualidad innata no existe; es más, que esta tendencia surge de un complejo de inferioridad que se puede cambiar: asà el educador inculca esperanza y señala un camino por el cual puede continuar el crecimiento interior«.
Al dejar el libro en la estanterÃa me invadió una profunda rabia. Volvà a preguntarme por qué un libro como ese, que destila homofobia por los cuatro costados, que tilda de enfermos a millones de ciudadanos, podÃa estar ahÃ, al alcance de cualquiera en una biblioteca pública, que pagamos todos los madrileños, incluidos los homosexuales.
La indignación que sentà no pude dejarla en la estanterÃa, junto con el libro. Me la llevé a casa, me acompañó durante unos dÃas, y ahora, cuando escribo esta carta, trato de entender por qué motivo nadie reacciona contra estos ataques hacia la dignidad de un colectivo denostado durante años y que ya no puede ni debe permanecer callado.