
En su libro El lápiz del carpintero Manuel Rivas nos plasma, en cierta manera, como la redención y el alivio de un alma roma y tosca, la de un asesino, puede llegar de la manera más insospechada. A quien no haya leÃdo el libro le aconsejo que lo lea. La idea de que algo tan cotidiano contiene un retazo de esencia del dueño, que creó belleza, y lo transmite, mediante una mágica osmosis desde su cuerpo de madera y su mina, a través de la piel tras la oreja del bruto, hacia el cuerpo, en un trasunto de amargo cuento de Navidad, dando asà a quien mató a la mano que lo hizo a él, un humilde lápiz de carpintero, pintar el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago, una porción de esa bondad que es suficiente para consolar ese alma atormentada, no deja de ser seductora, hermosa y llena de ese último mal -por engañoso- que abandonó la caja de Pandora y que llamamos Esperanza (no, Aguirre no estaba todavÃa).
En sà la idea es seductora porque nos gustarÃa, algunas veces, poner algo bueno en un vehÃculo insospechado -un clip, un pasador, un sacapuntas, una goma de borrar- para que otra persona -que no ha de ser necesariamente un asesino- disfrutara de eso bueno que no llega a percibir con sus cinco sentidos. Dándole un bic a Mariano, un bic con el que acabábamos de escribir una carta de amor, quizá hiciera entender al lider de la oposición lo que nos gusta ser nosotros, y lo contento que estamos de ser precisamente nosotros, y lo mucho que nos enfada y nos entristece que nos quieran poner como ciudadanos de segunda. Que un@ trans le diera un pasador o un broche a Bernat Soria, quizá le harÃa entender el anhelo que siente y que posiblemente no necesite que nadie se lo diga con un diagnóstico, porque el pasador ha escuchado directamente de su cabeza esos anhelos, junto con los deseos de poder llevar una vida menos ajetreada, marginal y agitada que la que seguramente lleva . A vuelta de correo quizá percibieramos el fondo de bondad de todos los que se oponen a nuestra igualdad en forma de, no se, una pluma, un pisapapeles, un mazo de juez, un cilicio, un micrófono… En suma, un poquito de empatÃa nos irÃa bien a todos (mientras no empezaramos a arrojarnos objetos a la cabeza, claro)
De alguna manera la tecnologÃa ha venido a ayudarnos a hacer esto. Por supuesto, no mediante el limpio procedimiento de ósmosis, sino que se necesita algo de colaboración por parte de quien recibe el objeto. En algo tan pequeño como un instrumento cotidiano podemos meter mucho de lo que pensamos, los instantes de nuestra felicidad en forma de fotos, la banda sonora de nuestra alegrÃa en forma de canciones. No lo puede contener todo, 161 exabytes y creciendo, que es lo que actualmente alberga la red y que son 161.000 millones de gigabytes, pero con mucho menos una persona con un pen drive puede lanzar un esbozo de idea de lo que es, lo que le gusta ver, lo que le gusta oir, e incluso dar una pista de lo que le gusta oler tocar, aunque la tecnologÃa haya dejado un poco de lado esos sentidos. Un pen drive que, justo es decirlo, ha revolucionado un poco la manera en la que acarreamos la información. Y eso es importante, porque luego hacemos uso de ella.
En correspondencia a esa importancia, la RAE ha admitido el termino pen drive a su diccionario, junto con otro elemento fundamental para que funcione, el USB, que hace algo tan queer como plug & play (que es un nombre estupendo para un bar, pensándolo bién, o para una tienda de consoladores también). El USB viene a ser como la transposición a la tecnologÃa de las nuevas relaciones, sin largos cortejos de instalar drives o sin amorosos preliminares de ver como coño van las clavijas de los puertos. Eso no es ni bueno ni malo, simplemente es, una manera de acceso rápido, directo y fácil, entendible y franco de lo que sentimos en el pen drive de nuestros sentimientos. O si no es, ojala fuera asÃ. El caso es que la RAE ha admitido sin ningún rubor el termino pen drive. En este caso pienso que el termino lápiz de memoria era más acertado y más ocurrente que el original, que significa disco lápiz (como si se tratara de una canción de Enrique & Ana). Aparte de más literario.
Lo que me lleva a dos pensamientos. Uno de ellos es porqué la Academia ha admitido tan a la ligera un barbarismo cuando hay una expresión, un termino igual de compuesto e igual de equivalente, y mucho más sugerente en castellano. La otra es una constatación de que la Academia se ha vuelto a olvidar de nosotros, como un lápiz sin memoria, y de su adaptación de matrimonio. Y me encuentro a falta de algo sobre lo que ejercer la magia del amor y del cariño para hacerles entender que, a medida que pasa el tiempo y más lugares del mundo entienden que matrimonio no ha de implicar necesariamente una mujer y un hombre asi como patrimonio no ha de implicar necesariamente sólo un hombre.
Las palabras las construimos cada dÃa, y cada dÃa, poco a poco, con nuestro uso del lenguaje vamos dando un giro más. No queda nada mal constatar la realidad jurÃdica de un paÃs a través del diccionario, como ya hicieron en su momento con el termino nacionalidad por mor de la concordia y el entendimiento y sin ningún rubor.
Supongo que es eso, me falta un lápiz con el que pintarles todo esto para que lo entiendan.