martes, mayo 20, 2025
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Retorciendo palabras de amor

La columna de dosmanzanasSiempre he sido de poca teoría y mucha práctica, sobre todo en cuanto a homosexualidades se refiere, pero la edad acaba con todo. Además, los veranos son muy largos y éste he decidido adentrarme en el proceloso mundo del ensayo gay (y salir indemne). En esta nuestra España de todos los dolores, sabemos que copiar a un solo autor es plagio, pero copiar a varios se considera investigación. Si se acaba con una referencia a autores sacrosantos, “contad si son catorce y está hecho». Así que allá vamos: ¡a teorizar! (y a posicionarnos bien en los algoritmos de indexación de Google, todo hay que decirlo). (1)

Así, comencé buceando en los enunciados performativos de Austin e intenté buscar algún ejemplo. Austin llama enunciado performativo al que no se limita a describir un hecho sino que, por el mismo hecho de ser expresado, realiza el hecho. Bajé al turco de la esquina de mi casa, le miré con ojos libidinosos y le dije “Me vas a dar una hostia». Algunos me acusarán de que mi ejemplo no vale porque no se produce “en el instante mismo». Pero tendríais que conocer al turco de la esquina. Hilando más fino podría decir que mi ejemplo sería performativo perlocutivo. Sin embargo el hecho no se realizó (es más, recibí una sonrisa de medio lado algo turbadora).

Decidí olvidarme de Austin y obviar a Derrida, bastante desprestigiado desde que se deconstruye hasta la tortilla de patatas y ahora que lo queer reniega de él. En cuanto a Foucault, le tengo demasiado respeto como para mezclarlo en todo esto. Además siempre me ha dado miedo el S/M (aunque me atrae fatalmente eso de la desexualización del placer, sobre todo cuando hay chocolate en la nevera). Así que decidí atacar los conflictos sexo/género/deseo cual si me fuera la vida en ello. Al cabo de unos días me sentí fatal: era un varón, homosexual, sin pluma cuando quiero, blanco, burgués, con papeles: lo peor de lo peor del planeta marica. Encima me había casado con mi novio de toda la vida reproduciendo estructuras heteropatriarcales y falogocéntricas que no hacían más que perpetuar la maldad homófoba omnipresente en todos los heteros (y estigmatizando aun más a los que se encuentran en la intersección de todas las marginalidades). Pero ¿era yo un varón?. Después de leer a la Butler, a la Wittig, a la Anzaldúa, a la de Lauretis, a la Sedgwick, a una le quedan ganas de todo menos de eso. Comprendí que lo que yo creía que era mi naturaleza de varón sin pluma no era más que una performance y que mi verdadero sexo estaba en ese continuum que existe entre los dos sexos tradicionales, con un clítoris quizá demasiado grande (tampoco entendía demasiado bien por qué el continuum se tenía que extender “entre» esos dos sexos y no irradiar desde ellos o implosionar o recorrer vericuetos hacia caminos sin salida, o fondos cenagosos) y que mi boda con mi actual marido no era más que una mirada camp sobre las bodas de los propios heterosexuales performada por dos drag kings cuya masculinidad es construida (tan construida como la de los machitos heteros, por otra parte). Añadiré que aún así, nada más queer que la propia jueza, que podría dar al traste con todos los ensayos sobre sexo y género y orientación sexual escritos desde Freud.

Le conté a mi marido la verdad de mi nuevo ser de(con)struido y me miró desde lo más profundo de su nuevo ser de(con)struido. Nuestras identidades se escurrían por el fregadero, reacias a ser descritas –nada más queer -. “Entonces», me dijo, “¿esto de la homosexualidad no era que nos gustaban los hombres?, ¿no nos casamos porque nos queríamos?». “No cariño, a la que le gustan los hombres es a mi prima, lo nuestro es difer(a)nte. Ven, que te voy a tocar el clítoris». Y me sentí más queer que nunca.(2)

elputojacktwist

Judith Butler, (2001), El género en disputa, Paidós, México. Reeditado en 2007.
Teresa de Lauretis, (2000), Diferencias, Horas y Horas, Madrid.
Javier Sáez (2004), Teoría queer y psicoanálisis, Ed. Síntesis. Madrid
Córdoda, Sáez, Vidarte: Teoría queer: políticas bolleras, maricas, trans, mestizas. Egales, Madrid, 2005.
Eve Kosofky Sedgwick, (1998), Epistemología del armario, La Tempestad, Barcelona.
Monique Wittig, El pensamiento heterosexual, Egales, Madrid, 2005
Anzaldúa, G., Borderlands/La Frontera, 1987.
De Lauretis, T., «Queer Theory: Lesbian and Gay Sexualities»

(1) ¿Qué sería un ensayo sin notas a pie de página?.
(2) Como espero hayáis comprendido, lo anterior está escrito en tono irónico. Todos estos libros – y otros de las mismas autoras – son fantásticos y su lectura es imprescindible (3).
(3) Con la nota (2) no pretendo subestimar la inteligencia del lector medio de esta web, pero anteriores experiencias con el uso de la ironía en internet me hacen pecar de prudente, quizá en exceso.

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