
Recientemente informábamos de la boda de dos parejas de activistas GLBT en Valencia que querÃan hacer constancia de la diversidad familiar en estos dÃas dominados por la exaltación del nacionalcatolicismo más rancio y multimillonariamente subvencionado por Ayuntamiento y Generalitat valencianos. Estas mismas instituciones públicas, regidas por el PP, que no han reparado en gastos para agasajar al lÃder de un Estado autoritario y que no respeta los Derechos Humanos han puesto todo tipo de trabas para que se realizaran estas dos bodas.
El Ayuntamiento prohibió a las parejas el uso de cualquier parque o jardÃn público «para no molestar a Ratzinger», tras lo cual las novias y los novios decidieron celebrar la boda en un instituto donde tenÃan el visto bueno de la dirección y la inspección educativa. Pero tras tener todo ya confirmado, desde la Generalitat se prohibió el acto, considerándolo improcedente. Finalmente las dos bodas se realizaron en un casal fallero, lo cual fue una decisión de última hora y forzada por los acontecimientos.
Luisa Notario, una de las contrayentes, recordó que «no se necesitan altares millonarios para organizar un acto lleno de felicidad y buenos deseos»
Tras la boda los contrayentes afirmaron que “ante los discursos que pretenden legitimar sólo un tipo de familia, proponemos un modelo de sociedad abierto y plural. En esta boda están presentes todo tipo de familias, incluidas las que dice defender la jerarquÃa católica y los sectores conservadores de la sociedad. Acompañándonos están familias nucleares, monoparentales, reconstituidas, de inmigrantes, extendidas, … y, por supuesto, las que formamos lesbianas, gais, transexuales y bisexuales. Familias con creencias cristianas, creyentes de otras religiones o no creyentes. Este acto es un reflejo de la sociedad en la que vivimos, una realidad que existe y que merece todo el respeto y todos los derechosâ€?.