
La senadora Mercedes Aroz de Entesa Catalana de Progrès (PSC, ERC, ICV-EUiA) ha dicho que se va, que deja la polÃtica, y que la deja por que considera que la polÃtica del actual gobierno, citando fundamentalmente dos decisiones del actual ejecutivo, investigación con células madre y matrimonio entre personas del mismo sexo, frontalmente opuestas a su conversión a la fe católica.
Ante todo y lo digo con el corazón en la mano: enhorabuena por esa valiente decisión. Aunque de todas maneras fuera a dejar la polÃtica, resulta cuanto menos ejemplarizante y conmovedor que lo haga por tan altos valores. Sin ironÃa ninguna, de verdad. Empero, como católico me conmuevo y como socialista me extraño. Asà que la señora Aroz me tiene entre Dr. Jekyll y Mr Hyde, sin saber cual es el católico y cual es el socialista. Y claro, las preguntas me asaltan.
La primera de ellas es porqué ahora. Si bien es cierto que no se pueden servir a dos señores, como rezan las Escrituras, hemos de recordar que Mercedes Aroz, aún siendo la senadora más votada, tuvo que tener su particular caÃda del caballo camino de Damasco bastante más tiempo atrás que en este momento en que nos desvela su decisión de no presentarse a la reelección. Más concretamente cuando se produjeron las dos votaciones: la del matrimonio entre personas del mismo sexo y la de investigación con células madre. Hubiera sido entonces cuando debiera haber hecho pública su incompatibilidad.
La segunda de ellas es porque decide no presentarse a la reelección y no directamente renunciar, en tiempo, el señalado ahà arriba, y forma al escaño del Senado. Hubiera conseguido dos cosas: una de ellas no torturar más a su conciencia católica y la otra dejar que corriera la lista por alguien que sà estuviera comprometido en su integridad en el proyecto de Entesa. A no ser, claro, que el estar en el escaño responda al servicio de uno de los dos proyectos, contradictorios según la senadora. La pregunta que queda en el aire es ¿a cual de ellos sirvió?.
La tercera de las preguntas es precisamente la mención a los dos hechos concretos que pusieron a prueba su fe como católica: el matrimonio homosexual y la investigación con células madre. Me resulta curioso que ni el aborto ni el divorcio, sobre todo el tan cacareado divorcio express, aprobado también en esta legislatura no le supongan una herida tal en su conciencia que se permita no mencionarlas. La senadora Aroz ha sido usuaria de una de las leyes, la del divorcio, puesto que su estado civil es divorciada, mientras que quizá con la del aborto mantiene una rémora de su pasado, entiendo que feminista y de izquierdas, que le permitió alcanzar, a ella y a muchas mujeres, mayores cotas de autonomÃa y libertad como mujer, sin que tuvieran necesariamente que abortar. Por lo tanto no critica decisiones que, como mujer y heterosexual, le benefician, sino sólo aquellas que no le perjudican –y espero que la senadora no se permita nunca beneficiarse de las investigaciones de células madre, serÃa una franca y clara contradicción- o directamente le escandalizan –matrimonio entre dos personas del mismo sexo-. Igualmente confÃo en que su matrimonio, ahora disuelto, sea sólo civil y no canónico. Que si su matrimonio fue canónico, que lo haya anulado, o esté tratando de hacerlo. Que si su matrimonio fue canónico y está sin anular, que esté separada por las causas de separación que son las tasadas por el derecho Canónico. Y, por supuesto, que no esté cohabitando con nadie ahora mismo.
Lo que si que me deja perplejo es la última parte del comunicado de prensa «La libertad religiosa reclama el respeto y un reconocimiento positivo del hecho religioso, frente a un intento de imponer el laicismo; pido al Estado que facilite la educación religiosa en la escuela». ¿Perdón?. Creo que mayores facilidades que se le dan a la Iglesia Católica en este aspecto no se pueden dar sin vulnerar el principio de aconfesionalidad del Estado. Una educación que en determinadas regiones cada vez es menos pública y más concertada, religiosamente concertada, y donde las clases de religión son pagadas por el Estado. Y no sólo eso, sino que las manifestaciones públicas de fe católica son cuidadas, protegidas y promocionadas por parte de las Administraciones. Como católico creo que el sitio de la educación religiosa esta en las iglesias, en las sinagogas y en las madrasas. Y no veo ningún intento de imponer el laicismo por ningún sitio, si acaso de limitar la influencia de la Iglesia en áreas que no son de su estricto interés, o despojarla de prebendas que lo único que hacen es limitarla en el debate público, como es el caso de la dotación económica directa por parte del Estado.
«El cristianismo tiene mucho que decir a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, porque hay algo más que la razón y la ciencia». Yo no puedo estar más de acuerdo, por eso se me parte el alma cada vez que veo a una jerarquÃa eclesiástica ajena a los problemas de la grey y envuelta en disquisiciones más bién bizantinas. Y que cuando decide opinar lo hace más con el estómago que con la razón. Y ni tan siquiera lo hace con el corazón. Quisiera saber que opina la senadora de una jerarquÃa que sale a la calle, no en defensa de los más pobres, sino contra unos ciudadanos que pretenden ser iguales y tratan de ser felices, y son golpeados, dÃa tras dÃa, por una homofobia alimentada, en buena medida, por lo que se desprende de los púlpitos.
Aparte las preguntas lógicas, la senadora Aroz considera incompatible ser polÃtica socialista en activo con ser cristiana. Y parece que ser cristiana con ser socialista. No se en que lugar deja eso a Francisco Vázquez, embajador ante la Santa Sede o a José Bono, Ãnclito catolicosocialista. Ni tampoco se en que lugar deja eso a las comunidades de base de izquierdas. Ni a mÃ. Sin embargo creo que nunca sabré la pregunta a esa respuesta, porque creo que ese juicio no es de este mundo.